Assassin’s Creed Shadows: Una inmersión prometedora en el Japón feudal a dos meses de su lanzamiento
A escasas semanas de su esperado debut, Assassin’s Creed Shadows emerge de la oscuridad para revelar sus ambiciones. Tras una extensa sesión de juego de más de tres horas, se vislumbra un título que busca satisfacer las demandas históricas de los fanáticos de la franquicia: una aventura en el corazón del Japón feudal. La presión recae sobre Shadows no solo por las altas expectativas generadas tras años de peticiones, sino también por la necesidad de Ubisoft de marcar el inicio de una nueva era para la saga. Este juego no aspira a ser el último Assassin’s Creed, sino el primero de una revitalizada generación.
Desde la interfaz principal, se percibe un aire de renovación. El nuevo Animus Hub no solo centraliza a todos los Assassins modernos en un diseño más atractivo, sino que incorpora eventos, recompensas y una completa base de datos sobre la historia de la franquicia. Sin embargo, Shadows no pretende revolucionar las mecánicas de la saga, sino refinarlas, expandiendo sobre las bases ya establecidas para ofrecer una experiencia más pulida y profunda. La ambición del título es palpable, pero se mantiene dentro de los parámetros conocidos de Assassin’s Creed.
La innovación más destacada radica en el control de dos protagonistas: Naoe y Yasuke. A diferencia de entregas anteriores como Odyssey o Valhalla, donde la elección se limitaba al género del personaje, Shadows permite alternar entre ambos guerreros. Similar a Syndicate con Jacob y Evie Frye, pero con una mayor profundidad narrativa y habilidades únicas para cada uno. Naoe y Yasuke poseen historias, orígenes y roles cruciales en la trama, garantizando su presencia en cinemáticas y misiones incluso cuando no están bajo el control directo del jugador.

Un Vistazo al Inmenso Mundo de Assassin’s Creed Shadows
Pero hay un tercer protagonista indiscutible: el Japón del periodo Sengoku. Ubisoft ha recreado con meticulosidad la ambientación histórica, ofreciendo incluso un «modo inmersivo» con voces en japonés y otros idiomas originales según la escena. Además, el «modo canónico» permite que el juego tome decisiones narrativas que se ajusten a la línea temporal oficial de Assassin’s Creed, mientras que desactivarlo habilita opciones de diálogo que, si bien no alteran la historia principal, añaden una capa de interactividad. Esta atención al detalle se extiende a la recreación visual de las provincias, cada una con su arquitectura, orografía y habitantes únicos, enriqueciendo la experiencia de exploración.
El control de dos personajes introduce una dinámica fascinante. Las misiones se segmentan para facilitar el cambio entre Naoe y Yasuke, y en el mundo abierto, la transición es instantánea. Sin embargo, las primeras impresiones sugieren que Naoe ostenta un mayor protagonismo, tanto en la narrativa como en la jugabilidad. Sus orígenes se vinculan más directamente al credo de los Assassins, y su estilo de lucha, ágil y sigiloso, se asemeja más al arquetipo clásico de la franquicia. Yasuke, en cambio, encarna a un samurái, con un enfoque en el combate directo, movimientos más lentos y un parkour limitado. Este diseño dual obliga a Ubisoft a crear niveles que se adapten a ambos estilos de juego, un reto que, de superarse, enriquecerá la experiencia considerablemente.
En el apartado técnico, Assassin’s Creed Shadows se presenta como un título visualmente impresionante. La fluidez de 60 fotogramas por segundo es esencial para el nuevo sistema de combate basado en parries y esquivas, mientras que la alta resolución permite apreciar la belleza y el detalle del Japón feudal. El regreso del gancho, aunque no es una novedad, se integra perfectamente en la navegación por el entorno, que sigue la fórmula de los juegos recientes: sugerir en lugar de especificar la ubicación de objetivos, incentivando la exploración. Shadows reduce la cantidad de iconos en el mapa, confiando en la capacidad del jugador para descubrir puntos de interés por sí mismo. Orbes azules o dorados indican la presencia de pistas o tesoros, eliminando la dependencia del águila para revelar todo el mapa. Si bien se conservan mecánicas que simplifican la exploración, como el reclutamiento de aliados con habilidades especiales, se fomenta un enfoque más orgánico en el descubrimiento del mundo.