Un juego polémico
La historia de Fallout 3 es un claro ejemplo de cómo las diferencias culturales pueden influir en la regulación de los videojuegos. A simple vista, uno podría pensar que Australia, con sus desiertos y un sentido del humor oscuro, se conectaría fácilmente con el universo postapocalíptico del juego. Sin embargo, a pesar de estas similitudes, el país decidió prohibir la distribución de Fallout 3 durante muchos años. ¿Por qué ocurrió esto?
Para desentrañar este rompecabezas, debemos retroceder a 2008, cuando Bethesda Softworks se preparaba para presentar su ambiciosa tercera entrega de la saga. La anticipación era alta, y el lanzamiento prometía ser global y sin inconvenientes. Pero en lugar de eso, se desató un intenso desencuentro con la Oficina de Clasificación de Cine y Literatura de Australia, conocida por su enfoque estricto hacia la censura de videojuegos.
La representación de las sustancias
En el meollo del asunto se encontró la representación de las drogas dentro del juego. Fallout 3, ambientado en un Washington D.C. devastado por la guerra nuclear, permitía a los jugadores consumir sustancias ficticias llamadas «chems». Estas «drogas», aunque imaginarias, otorgaban mejoras a las habilidades del personaje, al tiempo que planteaban la posibilidad de adicción y disminución de la inteligencia.
La oficina australiana, sin embargo, consideró que estas «drogas ficticias» eran demasiado similares a las reales. Afirmaron que la representación visual incluía jeringas y pastillas, lo cual podría interpretarse como un incentivo al consumo de sustancias, llevando a Fallout 3 a un limbo legal en el país. En aquel entonces, el sistema de clasificación de videojuegos no contaba con una categoría para mayores de 18 años, lo que complicaba aún más la situación.
La controversia no solo tuvo repercusiones a nivel local. Para asegurar el lanzamiento global de Fallout 3, Bethesda decidió hacer importantes modificaciones al juego. Entre ellas, se cambió el nombre de «morfina» por «Med-X», un término que no evocaba ninguna connotación realista. Este cambio no solo permitió que el juego recibiera la clasificación necesaria en Australia, sino que se aplicó a todas las versiones internacionales, marcando un precedente en la industria de los videojuegos.
Curiosamente, la censura no se limitó a Australia. En Alemania, se eliminaron escenas de sangre y violencia extrema, mientras que en Japón hubo restricciones para las referencias a la detonación de bombas nucleares en zonas pobladas. Estas medidas demuestran que Fallout 3 enfrentó un camino lleno de obstáculos en su camino hacia el lanzamiento global.
Una nueva clasificación
Finalmente, después de muchas negociaciones y cambios, Fallout 3 logró obtener su clasificación en Australia, permitiendo su comercialización en el país. Sin embargo, este proceso fue objeto de críticas, lo que llevó a Australia a introducir en 2013 una nueva categoría de clasificación R18+ para videojuegos, brindando así mayor flexibilidad al evaluar contenidos maduros.
Esta historia de Fallout 3 es un claro recordatorio de cómo las diferencias culturales y las políticas de censura pueden afectar la disponibilidad de los videojuegos en todo el mundo. Aunque el famoso juego finalmente llegó a territorio australiano, su andanza estuvo marcada por la lucha entre la creatividad y la regulación.